EL ESPAÑOL SE ENFRENTA A HEWITT EN SEGUNDA RONDA

EDUARDO J. CASTELAO (Enviado especial)
Actualizado martes 12/08/2008 03:57 horas

PEKÍN.-"A eso sí que no está acostumbrado", dice Toni Nadal. Habla del madrugón que se pegó Rafa, su sobrino, para acometer, por fin, la senda de estos Juegos Olímpicos. Alrededor de las 7.00 horas sonó el despertador, algo que jamás le ocurre al número uno del mundo, siempre en los horarios de tarde, cuando está el público, que pide verlo y paga mucho por ello.

Le tocó desperezarse pronto a Rafa Nadal por culpa de la lluvia del domingo, origen de las apreturas en el calendario del torneo olímpico, y desayunar –cereales, yogur, zumo– en unos tiempos que para él siempre contemplan el sueño. El autobús que salía de la villa olímpica a las 8.00 fue su transporte para iniciar un maratón que lo obliga a disputar, al menos, ocho partidos en seis días –el lunes solventó dos y hoy repetirá–. Contando siempre, él lo hace, con que el domingo se presentará para jugar la final.

"Es un poco más duro de lo habitual, pero por la humedad", explica su tío, que habla con él varias veces al día desde Palma. La humedad, ésa que ayer lo sacó del segundo set en su partido contra Potito Starace, ésa que le hizo estar incómodo casi siempre, la misma que preocupaba al Príncipe de Asturias, presente en el partido.

Finalmente, salvó el debut y hoy jugará contra Lleyton Hewitt (12.15 hora española, en directo en elmundo.es) buscando la tercera ronda, ya no habrá descanso hasta el sábado si todo va bien, y hay una opción peor, o mejor, según se mire: que siga avanzando en el cuadro de dobles, cuya final sí es el sábado. En su estreno tuvo que faenar durante tres sets, más de lo previsto y más de lo recomendable a estas alturas del viaje. Se resistió el italiano ante el Nadal matutino.

"La raqueta se me resbala constantemente", dice Rafa, de ahí sus continuas visitas a la caja que hay en la silla del juez, llena de serrín. No termina de estar cómodo, quizá porque a las 8.30 horas, cuando empezó a cambiarse, sigue siendo muy temprano. La rutina no cambia: calentamiento, camilla con el fisio, ducha, vendajes... Son 135 minutos los que estuvo en pista por la mañana, demasiados, pasa volando por la zona mixta, está cansado. No se marchará a casa, a la villa olímpica, aunque sus bostezos crecen mientras la traductora multiplica en chino lo que él ha dicho en inglés.

Como también va a jugar el doble, ya en la sesión de la tarde, se marcha corriendo a la sala de jugadores, después, eso sí, de ver cómo va el partido del que saldrá su rival, finalmente Hewitt, dicho queda, un jugador inédito desde su derrota en la cuarta ronda de Wimbledon frente a Federer. El bravo australiano mira el duelo con lógico temor. "Una segunda ronda es extremadamente pronto para jugar contra Rafa Nadal, el mejor jugador de la actualidad, sin dudas. Pero también es un buen momento para derrotarle", advirtió Hewitt.

Si por la mañana estuvo 135 minutos en la pista central, la número dos, el partido de dobles, jornada de tarde, lo retuvo 73, de modo que ya arrastra 208 tras la primera jornada, mucho más de lo habitual. Junto a Robredo, venció en dos sets (6-3, 6-3) a la pareja sueca, formada por Bjorkman y Soderling.

Πηγή: www.elmundo.es